Lo importante es que se vea, que el paso por el quirofano justifique el viaje y la transformación, el bricolaje o los trabajos manuales no se queden a medio camino, supongo que porque de pasar desapercibidos a lo mejor estaríamos hablando de una operación de cirugía estética y no de las prácticas de un taller de pueblo, que es a lo que se somete ahora medio mundo, donde la mayoría de los pacientes sí diferencian una rueda de camión de una nariz o unos labios, luego vete a pedirle al mecánico de chapa y pintura un ejercicio de cordura y a la que se va a plantar dos tetas de a kilo que acierte a ver la diferencia. Todo es muy confuso, pienso toda estas cosas cuando hablo con los pintores y les doy las últimas instrucciones antes de consumar el plan, empezarán mañana, me fío de ellos, hablamos de los colores de las habitaciones, no me toqueis los radiadores, a ver qué hacemos con los techos, hay que darle otro aire al piso, hace tiempo que me cansé de verle envejecer y necesita eso, un cambio.
La última víctima es Meg Ryan, menudos labios. Que se apunte a la moda de rehabilitar un edificio, quite el papel a las paredes del salón o lleva al tinte las alfombras. Y cuando acabe con todo, y tenga el piso impecable, que se mire al espejo y se piense lo que ha hecho, a ver si se sigue viendo tan estupenda.
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