lunes, 29 de noviembre de 2010

CATALANES Y CATALANAS.
No se sabe cómo convenció a María Lapiedra para que la acompañara en su nueva empresa, pero sí cómo se lo agradece. Dicen que Laporta le tira del tanguita en los mitines de manera cariñosa. Igual que hacía Ronaldo con Vania Millán, a la que conquistó con este descaro imnato que tienen las estrellas. Son habitos adquiridos de su etapa en el Barca, ya se sabe, que siempre se pega antes lo cutre que lo bueno. Y el camino natural del político termina conduciendo a episodios de este estilo, cuando lo normal es que sea al revés, el camino del actor porno que luego despunta en sociedad y se desmarca de sus películas abochornado, aquí aun hay gente que pretende imitar sus pasos, pero a su manera. No había pensado nunca en la política como una estación temporal de paso que pueda precedar a días de aun más éxito.

Es la televisión del futuro. Y cuando se la curran, da resultado y aparecen escenas de situación que no desemeren a Curb your enthusiasm o alguna de esas de Rick Gervais. Durantes estos días me he tropezado sin querer con el lider de ICV haciéndose fotos con unos negritos. A Benach estrenando gafas y peinado. Ha sido imposible no cruzarse con Sanchez Camacho y ver cómo había sacado del armario toda su colección de chupas para lucir cámara. Si quieren hacer el chorras, que se pongan a ello. A estas alturas todo el mundo debería de estar de acuerdo que lo importante no es el discurso sino las formas. Que merece más atención cualquier chiste ingenioso y la tontería que el compromiso serio. Ya son todos actores de comedia con un cometido muy claro. Hacer reir.

Y si desaparecieran los complejos y se pusiera a lo suyo, posiblemente serían los mejores. Algunos se lo tomaron tan en serio que aun presidían el palco del Camp Nou el día del clásico, nada de no pagar entrada, sino por lo que cumplir religiosamente con el compromiso adquirido con los ciudadanos hasta el final. Si no hay verguenza, pues eso. Que no la haya. Y a tope con los esloganes y el nuevo género.

jueves, 25 de noviembre de 2010

AQUELLA CANASTA.
Hace más de once años, se jugó en Miami un partido tremendo, de esos que a los cinco minutos de terminarse ya intuyes convertido en historia, por el que los Knicks pasaron ronda gracias a un tiro final de Allan Houston, que rebotó media docena de veces en el aro antes de acabar dentro. Fue el año aquél en el que terminaron jugando la final. Tengo siempre reciente la cara de felicidad del alero de New York. Los compañeros corriendo detrás suyo celebrando la canasta. Y todas esas cosas que a fuerza de escuchar o de contar con entusiasmo llegas a dudar si ocurrieron realmente o son simplemente un sueño. Porque la canasta no terminó el partido, por ejemplo. Ahora veo que aun quedaban un segundo y ocho décimas por jugar. Y no era el tiro de Houston la jugada que había pensado Van Gundy para decidir el partido, había pensado en Sprewell, que se enredó con la bola en una jugada espesísima de la que salieron vivos como solían entonces sobreponerse los Knicks a las desgracias imprevistas. De milagro. Hasta ayer sólo podía recordar un partido que nunca había visto a través del ingenio. La imaginación me permitió sobrevivir once años al enorme vacio que suponía crecer sin aquellas imágenes que ahora me acabo (por fin) de descargar.

domingo, 21 de noviembre de 2010

MIEDO DE BELÉN.
Hay actores encasillados en papeles. Y otros que se empeñan en convertirse en la denominación de origen de un género, con la estrellita de marca registrada en la solapa, como la chaqueta de un coronel del ejercito, creyendo que así se hacen imprescindibles y que nadie se puede olvidar de ellos, cuando en realidad lo único que provocan al espectador es cansancio o risa. La repetición está comprobado que sólo lleva a cosas malas. Para ser Paul Naschi o alguien así necesitarías nacer de nuevo. No recuerdo que nadie se refeririera a Paul Naschi o la historia del cine piense en John Wayne o en Victor Mature como en unos coñazos. Y en cambio Belén Rueda sí que lo es.

Hubo una época en la que Belén lo tuvo que pasar mal. Entonces aun no había pensado nadie en ella como protagonista de dramas sobrenaturales. Se acababa de operar las tetas y posaba siempre en los planos con los brazos cruzados, vestía jerseys de cuello cisne, y mostraba preocupación, arrugaba la frente, posiblemente porque no estaba la mujer convencida. El que la vio y pensó que podría dar bien el papel éste se lució. Las tetas la llevaron primero a otra cosa y la otra cosa la puso luego en mansiones de tres pisos, la hizo madre de chiquillos malditos y le quito la vista. Sólo le queda revelarse ante el destino, que le arrebaten los papeles, y refugiarse ahora en alguna de esas casas encantadas, compinchada con los espíritus, para que le dejen (eternamente) trabajar en paz.

jueves, 18 de noviembre de 2010

SUPERVIVIENTES.
Ana Blanco gana más que el director de RTVE. Para empezar, vaya. Que quién es Ana Blanco? Porque esa es buena. A esta tía, cuya principal virtud es hacer ostentación de su principal defecto, incluso presentando informativos, nadie la espera al mediodía y nadie la echa tampoco de menos. Ni mancha ni traspasa. Lleva desde los tiempos de Indurain presentando el telediario y resiste los cambios de gobierno y los ramalazos de su dirección sin inmutarse, algo de lo que sólo pueden presumir los que son la caña de esto (una especie que aun desconozco) o los que viven sospechosamente del cuento. Los supervivientes.

Tiene menos delito, según se mire, comprobar que su sueldo es el mayor de los presentadores, pero que no se diferencia mucho del que se llevan otras que tal bailan. Porque tienen el espejo suyo para mirarse o porque lo que pretenden es perpetuarse en el sillón recitando noticias, andan muy cerca María Casado o Ana Pastor. Lo de Pepa Blanco, que saltó de presentar los sucesos de por la tarde a los desayunos de la Primera debe de tener una explicación previsible. Me la suda que Matías Prats tenga dos pisos y un bajo o salga los fines de semana a navegar. Si tenemos que recortar gastos y separarnos de griegos o irlandeses, empecemos prescindiendo de los presentadores.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

AGRÉGAME. PLEASE.
No puedo ser el único que piense en la última jugada del creador de Facebook. Ahora presento la nueva aplicación que se va a cargar a la competencia y arruinar google. Ahora escribo un libro fabulando mi vida. Uno bien chulo, eso sí. Todo bien pensado. Del que luego hagan una película en la que se me lave un poquito la imagen. Pero no un director cualquiera. Que la haga David Fincher, ya puestos, que no tiene mal ojo, seguro que arrastra a la peña desconfiada y construye un relato coherente que trasciende a lo pintoresco del asunto y bucea en las profundidades de la personalidad de un superhombre. Cualquier historia que te retrate como un friki avaro se puede dar por buena, si además de friki se te presenta como un genio visionario y un triunfador aventajado que desafió al sistema y al que se rifaban las pivitas a las que despreciaba con despecho por culpa de algún rechazo temprano que le provocó alguna otra que, por cierto, no estaba nada mal. El caso es que entre fiesta y verbena el tío superó el millón de miembros y les dio bien a unos remeros ólímpicos coleguitas de los retoños de Nati Abascal. Estos sí que salen peor parados. Muy listo. La película hace taquilla. Y Facebook tiene quinientos mil millones de miembros más. Tocamos a cuatro o cinco cuentas por habitante del planeta. Parece que aquí no trabajara ni dios.

sábado, 13 de noviembre de 2010

CANALLAS SOIS TODOS.
A los del Marca les suda la polla lo de Preciado y Mourinho. En realidad, a los del Marca y a todos los demás que escriben a deguello del tema y agradecen los titulares que a veces les vienen de esta manera, mira tú que suerte, casi sin buscarlos, como caidos a plomo de los cielos. Podría pensarse que también es verdad que incluso los titulares de este tipo responden siempre a un trabajo previo que no es fruto de la casualidad, el producto de una maquinaria putrefactamente engrasada que alguien diseño para escribirlos, pero eso es otra historia. El caso es que a todos el tema éste se la trae floja. Y con la misma ligereza que se toman las reacciones luego se profieren las recomendaciones de juego limpio y se hacen reflexiones y se reparten hojas parroquiales de usar y tirar que nadie es capaz de tomarse en serio. Nadie se molesta en pensar sobre eso del respeto de lo que habla ahora el Madrid. Hacen un comunicado de prensa y le dan una seriedad al asunto sin pensar que la gravedad de la respuesta no la mide el medio sino el fondo. Que da lo mismo que sea el último putero que pasaba por allí el que lea el texto de una hoja de cuartilla. O que la reciten un ejercito de ángeles de memoria en una rueda de prensa. No hubo un comunicado para desdecir a Mourinho de sus declaraciones entonces. Tampoco suele haber a nadie corrigiendo al portugués, al que se le ríen las ocurrencias como a un guaje de dos años al que no se le puede despertar de la siesta ni llevar la contraria. A la alternativa a pasar del tema y mirar para otra parte tienes la de ponerte a su misma altura y terminar chapoteando en el plató de Sálvame, con la última puta de Paco Marsó o el boxeador de Gran Hermano 12. Chillas por dignidad. Eso lo entiendo. Pero no creo que merezca la pena esperar respeto de quien dentro de una hora esté ya pensando en otro tema, ingeniándoselas en cómo fabricar otro titular de algún otro muerto. En esto han convertido los prolegómenos del partido del domingo. Hacia esta mierda se dirigía de cabeza Preciado cuando se le calentó la boca. Que llamen también a Revilla, a ver qué opina. Y ya estamos todos.

viernes, 12 de noviembre de 2010

IN THE SOUP.
Prefería aquella televisión. Siento añoranza de los tiempos de Ana Obregón y Ramón García. Desde que TVE siente la necesidad de competir con las otras cadenas y rentabilizar sus productos, su mierda se confunde con la del resto y transforma, como todas las demás, la realidad a su antojo, haciendo que cualquier detalle irrelevante parezca decisivo o que esa misma realidad termine convertida en la absurda suma de detalles insignificantes, que casi es peor, porque al final nada tiene interés y las cosas valen siempre lo mismo, lo que la cadena quiere, la reunión del consejo de seguridad de Naciones Unidas o los últimos entrenos en Yeste. Obama, Benedicto XVI o Jorge Lorenzo.

Lo mejor de la temporada de motos no viene ni siquiera cuando ya están todos los campeonatos decididos y ya no hay carreras. Ahora queda lo peor, claro, se relame Sergio Sauca, las pruebas y el trabajo de los ingenieros (qué derroche de carreras desperdiciadas) para mejorar las motos. Ver a Lorenzo rodar con el número uno ha sido histórico. Tanto como la llegada de Marc Marquez a su pueblo. Como lo fueron los duelos con Rossi, la operación de clavícula de Pedrosa o la muerte trágica de un japonés que nos tuvo a todos en vilo. No nos van a dejar tranquilos. Peor que los partidos amistosos de pretemporada. Que soportar a Ramón García en alguno de aquellos programas. El final solo lo conocen ellos.

jueves, 11 de noviembre de 2010

QUIERO VERLAS DE CERCA.
Cuando se anuncian tormentas y se amenaza a los bañistas con olas de ocho metros, la gente se abre paso entre sus competidores y se lanza al paseo marítimo para comprobar de primera mano que lo que dicen en la tele no es broma, que ya han muerto varios de esta manera tan tonta y que no es para menos, que si te descuidas te recuperas de la conmoción dentro de una semana en el mar de Bering. Las noticias alertan de los riesgos y allí están siempre los mismos para constatarlo. Para hacer la foto de mierda que luego se confunde con otras parecidas y llena el hueco del tiempo. O para que luego los equipos de salvamente se maten por recuperar el cuerpo del abuelete de noventa años que no pensó que fuera tan aventurado pegarse a la barandilla de la ría y que se veía con fuerzas suficientes para resisitirse al Katrina. Primero se tumban al sol como lagartos y dicen eso de que a mí los bronceadores me la sudan. Y ahora, repuestos de las quemaduras y con un cancer de piel en gestación avanzada, caminan de la mano hacia la gran ola, para verla de cerca. Todo estacional.

lunes, 8 de noviembre de 2010

LO ÚNICO QUE SABEMOS HACER.
(The Charlatans+Shaun Ryder en The Brixton Academy)


Se cierra el círculo. Walter me lo decía de coña, claro. Shaun Ryder con The Charlatans en el Brixton Academy. La trayectoria de algunos artístas dibuja a veces una linea parecida a la de un torpedo lanzado contra el suelo y puede emitir un sonido parecido. Cuando actuas de telonero, abres a las 7 de la tarde, seguro. Los riesgos de haber llegado tan alto, también es verdad, tienen que ver con la altura y la velocidad del impacto. Black Grape fueron casi tan grandes como Happy Mondays, que hubo unas semanas de 1990 donde fueron lo más. Ahora a Shaun Ryder no se le pasa por la cabeza bajar de los 100 kilos y apenas tiene como meta, de aquí a final de año, fines menores, disfrutar de la merienda a media tarde y poder cantar, aunque sea con la misma intensidad con la que las viejas recitan el rosario en las iglesias, cualquiera de sus grandes éxitos.

Fui a The Brixton Academy con Ronal. Mola el ambiente previo a los conciertos que se genera en las calles aledañas y que recuerda bastante al de cualquier partido de futbol aquí en el norte. La historia (creo) tiene una deuda con este grupo, le digo a Ronal, a quien se le recuerda antes por sus canciones que por sus discos y, me pongo serio, yo valoro más por la grandiosidad del conjunto que por los hips que baila la gente. Caen todos los grandes. De todas sus épocas. One to another suena espectacular. Porque era una canción tremenda y en más de veinte años han aprendido a tocar con cierta dignidad y a la tercera nadie se acuerda de Jon Brookes, a quien un tumor cerebral ha obligado a abandonar la gira en Méjico, hace mes y medio. Tim Burgess lleva el pelo superlargo y se mueve igual que siempre, ondea los brazos como si el tiempo no hubiera pasado. Vuelvo otra vez a lo de la deuda, nadie se acuerda del pobre Rob Collins ni de lo que tuvo que pasar este grupo para poder despuntar, y subimos en la linea roja camino del centro. Habíamos tenido un día duro.