ADIOS BATIDOS.

Me pregunto a cuántos de los que ayer celebraban el exito electoral, la mejora de dos puntos porcentuales o la desaceleración en la caida libre que les lleva a perder electores y a pesar de todo se repiten, vislumbrando un poco más cerca la ostia que llega, todo va bien, repito, que me pregunto que a cuantos de verdad les va la vida en ello, si se juegan algo vital, esencial, al menos con cierta importancia, o tanta como para poder permitirse pasarse el lunes entero durmiendo, tomándose la penúltima a eso de las cuatro de la mañana, enfilando un nuevo brindis. Me compadezco de los que necesitan de su cargo de diputado o concejal para poder echarse una cana al aire o no dar chapa en quince días. El resto me causa perplejidad, quisiera compartir el mismo entusiasmo y ver las cosas con el mismo optimismo. En política nada de lo que pasa parece ser grave o merece un desvelo.

A mi amigo el concejal, por ejemplo, se le acaba el cuento. Alguien debería de haber previsto esto, coño, pasa cada cuatro años, no quiero ser simplemente teniente de alcalde, quiero los honores y el tratamiento perpetuo de un emperador. Adios a los sorbetes (él los llamaba batidos) y a los tacos de bacalao con cebolla confitada, pobre amigo. Que los disfruten otros.