EL NIÑO COME BIEN.
Me desperté entre magdalenas y reflexiones, siempre que nace un borbón la televisión multipica por tres la tasa de tontainas y se contagia del espiritu monárquico de esta gente, que siembra el discurso de gilipolleces. Sólo falta el alcalde de Ribadesella, pensé mientras me tomaba el café, como una premonición le vi a los dos minutos aparecer prometiendo calles y celebraciones a la altura. Como se nota que las calles les salen gratis y los pinchos también. Luego, las sentencias de siempre: el niño está estupendo, los padres están bien y el pueblo celebra la perpetuación de la especie como si le fuera la vida en ello, las cámaras que salen a la calle para palpar las reacciones deben de estar borrachas, no me creo que sea Willy Toledo el único que vea en esto lo mismo que yo: que nos dejen tranquilos, que se reproduzcan con discrección y que contribuyan a la democratización definitiva del país cogiendo sus bártulos, afiliándose a la seguridad social o emigrando. Les doy un par de partos más para pensárselo.
Bromeaba con nosotros el príncipe hace un año que no había pasado aun por el notario. Cabrón.
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