lunes, 14 de mayo de 2007


ME PESA EL APELLIDO.

Tanto compromiso para lo que quieren, o para lo que les conviene y les sale de los cojones, y tan poca sensibilidad para entender lo que hasta el último gilipollas sin nombre sabe y demandamos los que no entendemos de qué va eso de la gracia divina ni cargamos con el yugo de ningún apellido para fustigarnos y poder echarle la culpa al empedrado cuando lo que toca es quejarse, mirar para otra parte y hacer caja. Lo primero que deberían de asumir estos famosos de apellido que maldicen con la boca pequeña su origen es que lo mismo cualquier día la historia cambia el paso, comienza a llover hacia arriba y algún gobierno valiente pone de una vez tierra entre nosotros y la edad media y se carga con restricciones tanta permisividad: un famosete por familia, una película y un disco por cada media docena de generaciones. Me cansa ver siempre a los mismos, que haya un hueco para todos. Que pasen cuatrocientos siglos y a ver si entonces siguen llevando el arte dentro como dicen, esa es su cruz y tanto les cuesta cargar con ella. Pronto se me vienen unos cuantos a la cabeza: los Bardem, la sobrina de la Jurado, Kate Hudson, hijos, sobrinos y demás familia de los Bosé. Todos ellos, colaterales y demás familia por consanguieidad, política o por afinidad, que descansen en paz.

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