jueves, 12 de abril de 2007

SE COMPRA AMOR.
La gente anda necesitada de cariño, un problema como otro cualquiera, y el principio de siglo nos raciona ya las últimas reservas antes de la desertización definitiva del amor que preceda al gran éxodo a las residencias de verano y los viajes en busca del turismo sexual y el cariño fácil. Los indicadores de riesgo conviven sin problemas con eso que antes se llamaba normalidad y que ahora viaja en clase turista con bermudas y sandalias, no le hace ascos a una cita a ciegas con el primer tío del chat que se hace el interesante y se calza al cubano que la tenga más gorda. Me asfixian tantas evidencias. Paquirrín se va de putas, mi amiga se pira quince días a conocer Santiago de Cuba y La Habana, y lo dice tan fresca, que se cree que somos gilipollas, y la amiga de mi amiga se casa el mes que viene con un tío, nos dice ella, con una casería enorme que conoció en el nuevo parquet bursatil de talentos desaprovechados, eso de internet, hartos de comerse los mocos los sabados por la noche.

Deberían de ponernos a todos una chapa identificativa y dejarnos atados en un expositor de una vez por todas, a ver si tenemos tanto éxito como el ganado. Nos ahorraríamos tiempo y dinero.

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