Este año toca un conquistador de medio pelo, está claro, alguien que no sepa ponerse unos esquies, mermado de fuerzas, sin capacidad para producir más de dos ideas a un tiempo mientras carga con la mochila y mucho menos construir una frase subordinada ordenando cada uno de sus elementos, que no creo que sea requisito necesario para conquistar nada ni falta que les hizo a los mamporreros de Cortés hace quinientos años, pero ayuda a que el discurso se entienda y se comprendan mejor las cosas, que en televisión es casualmente importante, ante las cámaras, en el grupo o cuando toca salir de cacería a buscar alimento, tomarse unos vodkas o compartir el minutito emotivo que la organización de este tipo de concursos concede a los participantes (como a las misses) para poner a prueba su gramática o empujarles al filo de un precipicio bordeado por preposiciones y presentes de subjuntivo.
Aun recuerdo a Patxi, a Raul o a Azucena. Los tiempos cambian. Pero doce meses tampoco son quinientos años y no encuentro barrera histórica posible para pensar que alguno de este año ni siquiera hubiera salido de la terminal 4 del aeropuerto sin ayuda. Voto ahora que todavía están a tiempo porque no se empañe más la memoria del concurso y el nombre de quienes lo engrandecieron y se declare el premio desierto. O mucho mejor, que se lo den al Julian, un fenómeno, el tío destinado a borrar del mapa de una vez, ya veremos, al jodido de Ramón García.
No hay comentarios:
Publicar un comentario