BARTHE, AL BANQUILLO.
La superviviencia de RTVE exige grandes remedios, a estas alturas alguien debe de pensar que ya no valen las tiritas y la mercromina, y jubila a medio centenar de personas ilustres como parte de un plan en el que, en pocas palabras, Pedro Barthe sobra. Y como suele pasar en estos casos, las necrológicas anteponen los buenos sentimientos y la visceralidad al rigor y se olvidan de todo lo importante, que es lo único que no tienen en cuenta cuando pretenden detallar una semblanza seria, como si en tales casos lo anécdotico se volviera trascendental y esto representara una mierda.
He leido de todo. Barthe siempre ha sido un tío controvertido, entre cabrón y heroe, simpatizante al mismo tiempo de todos los equipos según las cuentas, que no ha pasado desapercibido. Pero todo en su justa medida, que los años le hallan hecho un favor, otros Nachos Calvos vendrán que bueno te harán, no puede borrar de golpe tanta pasión mal enfocada, conspiraciones arbitrales, fanatismo desmedido, que según el día me producía dolor de cabeza, mala ostia, un tremendo hastío.
A su favor, su pasión por el baloncesto y los augurios más negativos a los que éste se enfrenta, justo en el peor momento, cuando en TVE meter la pelotita en la canasta importa una mierda y los comentaristas que vienen sólo se han aprendido de él lo peor.
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