lunes, 16 de julio de 2007

HA NACIDO UN COMICO.
No creo que sea posible hablar del encasillamiento en el cine sin antes filtrar la chusma que acompaña la palabrita y recordar a quien mejor lo puede ilustrar, no vaya a ser que el error de pensar en el contenido y de separarle artificialmente del continente nos impida valorar en su justa medida el valor de los que le dieron forma contra viento, crítica, moda y mareas, a despreciar el talento de Sean Connery, la presencia de John Wayne, la seducción de Ava Gardner y así hasta un infinito donde incluso Esteso, Pajares y Landa han logrado trascender con su encasillamiento a los guiones con los que tuvieron pesadisimamente que cargar.
Quiero justificar el sueldo de Ben Stiller y recurro al pellejo del productor que piensa como yo cuando le veo en la pantalla. El tío es gracioso, cae bien, no hace daño a nadie cuando suelta su chiste en la cena y tropieza, se golpea la cabeza o astasca la cremallera del pantalón a la vuelta del baño. Su comicidad alumbra un nuevo humor que hace cuarenta años Walter Matthau o Jerry Lewis no hubieran despreciado. Por encima de Wes Anderson, los Farrelly y Owen Wilson, su talento perdura a cualquiera de las peores películas que uno se pueda imaginar y su personaje siempre puede con el nombre de aquella tan mala con Drew Barrymore que tres días después ya soy incapaz de recordar.

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