martes, 10 de julio de 2007

EL HIJO QUE HAY EN TI.
Todo sucede muy deprisa. Hace dos años asistí al último concierto de Migala, apenas me había dado tiempo a echarles de menos, una lagrimita por el camino, y ya me encuentro escuchando el nuevo disco de Abel Hernandez, ahora que a cualquier concatenación de decisiones que se presenten bajo apariencia de formalidad se les concede el título de proyecto, una palabra recurrente cuando se trata de construir ideas con frases en las que hay que jugar a introducir términos como colectivo, concepto, dirección artística o experimentación, cuatro palabras siempre se repiten, y no intentes ser original, que para eso están otros, esos arreglos imposibles, unos samples o prueba a ver con una pose descuidada con cara de estar sufriendo un proceso interior de tormento como sólo los artistas malditos pueden sentir.

El caso de Migala fue siempre un pleito perdido al que era imposible mirar con compasión. Hay que pagar un precio por ser tan chulos y armarse a soportar las críticas con resignación, no hay más remedio, citas a Cortazar y eres un pedante, tienes las ocurrencia de cantar en castellano y vas de snob. Pero el día en el que convocas una rueda de prensa y empiezas a cantar en inglés estás perdido. Entonces asumes que eres tan chulo como dices, te despides con un corte de mangas y susurras tu sentencia, que os jodan.

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