EN HONOR A LA VERDAD.
No me quedan claras muchas cosas, tendré que echarle un vistazo al auto para enterarme, que es tanto como anticipar que me la suda hasta el punto de que nada de lo que pueda leer en él va a hacer cambiar mi impresión ni a abandonar mi agnosticismo sobre el tema, no me creo nada, los motivos o las verdaderas causas, si hay que aplaudir a Conde Pumpido o buscar consuelo en la viñeta y volver a echarle un nuevo vistazo, éste último dedicado a la memoria de todos los que han conseguido cabrearme así. Porque el cumplimiento de la ley es una cosa y la interpretación interesada otra distinta. Muy bueno ese lema, queremos una única ley para todos, que posiblemente al imbecil que recogió el murmullo en las últimas filas y luego se atrevió a corear al dictado no le inspiraba nada parecido. En una ley sin estanterías que no busque la diferenciación y recurra a argumentos históricos para ser interpretada. No se tome la molestia en decidir quién tiene honor, poca verguenza o le cuelgue el cartel de chorizo sin pararse a pensar que la decisión personal le corresponde a quien quiera serlo, la elección más íntima, a quien renuncie a pasearse por la vida con la poca dignidad que le salga de los guebos.
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