sábado, 9 de junio de 2007

UNA DE TENERIFE.
Uno de esos momentos mágicos que todos albergamos en la vida, el día de la primera comunión, la primera boda con aquella tía tan petarda o la jura de bandera, pueder quedar superado por el olvido y la gloria que hoy espera a los que tengan los guebos de sentarse frente a la tele a comprobar si la felicididad es posible y si todavía queda un resquicio en la fatalidad para la alegría esa que parece que sólo está reservada a la gente del Barca. Aun recuerdo aquellas dos ligas, la indignación de no participar de aquella euforia. Uno se cansa de perder, de tener que pagar siempre las rondas porque nunca tienen suelto los cabrones, de ceder cien metros cada vez que una ofensiva te obliga a replegarte si no quieres pegar un puñetazo sobre la mesa y montar jari. Que pagen si quieren seguir bebiendo, que las culpas se repartan y que haya ligas para todos.

Para empezar propongo un reparto: que el Madrid le pase por encima al Joventut y fuerce el quinto partido. Para entonces tal vez Bullock haya despertado. Y que luego no tenga que volver a revivir el mismo trauma, no me cuentes otra de Tenerife. Basta con ganar hoy en Zaragoza.

No hay comentarios: