lunes, 18 de junio de 2007

MIS FANTASMAS FAVORITOS.
Tiene un pase como parte de un ideario que mezcla cachondeo y trasgresión, pero a mí no me convence, que por mucho que Guillermo del Toro se empeñe en discutir lo contrario, sigo pensando que los fantasmas de verdad tienen que dar miedo y ser muy feos, que uno busca otra cosa cuando tiene ganas de soltar la lagrima y acude a convenciones más puras, pienso en Patrick Swayze, el hambre en el mundo, los prisioneros de guerra o media docena de hermanos huerfanos que recorren medio Africa como parte de un contingente de esclavos que muere sin llegar siquiera a su destino. Un fantasma que provoca pena es otra cosa. Los buenos son los que apenas dan la cara pero intuyes que a causa de un accidente de tráfico, una lesión congenita o el fatal incendio en la fundición tienen que esconder algún secreto horrible, algo que les apartó de una carrera de modelos que ahora persiguen de otra forma, repartiendo leña a esgalla, con un cuchillo kilométrico y esto sí que da pena, de la víctima que siempre escoge el camino equivocado o llega a destiempo donde casualmente no tenía que estar.

En FRAGILES el turno es el de la niña mecánica, ojo al nombre, una víctima de la artrosis empeñada en ser mala de cojones, amargar la infancia a un hospital en mudanzas, como dios manda, y cumplir con su papel. La pena la da Calista Flokhart. Pero a ésta no la veo trabajando nunca con Del Toro.

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