jueves, 7 de junio de 2007

BROTE DE AGNOSTICISMO.
Dicen los que han pasado por allí y nos llevan un poco de ventaja al resto que la madurez se explica con fenómenos como éstos, algo traumático que eclosiona con fuerza en el pasado y proyecta en tu futuro inmediato un nuevo orden, se te cae la venda de los ojos y todo se ve con una claridad meridiana, como si un siglo antes estuviera escrito este día en tu calendario y todo lo anterior no sirviera para nada al lado de lo que te espera.

El caso es que debe de ser un síntoma vergonzoso de madurez lo que explique algunas cosas. Siempre es mas fácil recurrir a la madurez y a los biorritmos vitales que encontrarle un sentido más decepcionante a lo que emiten en televisión, por ejemplo, o a la cansina manera de trabajar de los guionistas de algunas series, cuando dejas de seguir la historia del personaje y en su lugar sufres con el rídiculo del actor y no hay forma de seguir eternamente instalado, temporada tras temporada, en la mentira.

Ya no me creo nada, empiezo a padecer de breves ataques de agnosticismo, que Vilches tenga tan mala uva, que sus hijos sean tan malos o que las lesbianas gocen o dejen de hacerlo en la cama, porque la sensación de que son todos gilipollas jugando a médicos no me permite desde hace media docena de capítulos seguir creyendo en lo primero.

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