En las cuarenta y ocho horas siguientes al accidente de marras, el enfermo evoluciona favorablemente. Hacia la muerte. A toda pastilla, no doy un duro por la vida de este fiambre, que me resbala lo que pase con él, de aquí en adelante y en los próximos doscientos años. Llevo cuatro días oyendo canciones del Athletic de Bilbao en la cabeza, que me despiertan cuando me estoy quedando dormido o me susurran el himno de España montado por el equipo de realización de TVE en el descanso del partido, a la hora de la siesta, oe-oe-oe, gritan como posesos lo de Toquero-lehendakari, Toquero-botadeoro o lo que sea que tenga que ver con el pobre chaval, que su madre nunca se pudo imaginar lo que iba a pensar en ella todo este tiempo. Más gritos, recepciones en la Diputación, el Ayuntamiento, esto sólo puede tener su culminación con una calle. No hay remedio. Falta que alguien tenga los cojones de sacar a la ría la gabarra y continuar eternamente la fiesta hasta el juicio final, que no haya tiempo para pensar, que estais todos para el encierro permanente.
1 comentario:
Hay aficiones que estan mas colgadas que Antonio Vega, lo del opio en algun momento es verdad. Saludos.
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