Cualquier sistema que persiga la interactividad perfecta con resultados más o menos dignos tiene sus grietas. De lo contrario, en la página de LNE, por ejemplo, la porra del resultado del próximo domingo del Sporting tendría sus horas contadas, pero al revés, que ya hace meses que debería de haber desaparecido. Hay tres mil y pico lectores que pronostican que el domingo en Valladolid perderá el Sporting 9-0. Cuatro mil y pico hablan de un 7-0. Poca confianza en la defensa de Preciado. En la pestaña no permiten introducir más goles. La semana pasada se especulaba con el 0-7 ó 0-9 como resultados más probables demostrando la grandeza de esto de la democracia y que la gente, coño, a veces también se equivoca. Cuando me imagino al oviedista haciendo click y mordiendo la lengua, veo a Javi, el último chiribí, en su pueblo de Cuenca, donde trabaja para una concesión de la Autopista, matando las horas con la dichosa porra.
Y eso, si es que la interactividad en sí es un fin y no un simple soporte propagandístico de modernidad o una engañifa para sacar la pasta. Que me expliquen, de lo contrario, porque nadie hace nada por remediarlo. Vamos a pulsar la opinión de la calle, dicen a veces. Y te metes en la página del Marca y ni te cuento. En los blogs a veces es peor. Un tío que se hace llamar Celeminio o algo así llama a los hinchas blancos (qué metafórico) mandriles y provoca doscientos mensajes de respuesta en Maragota, que terminan siempre cargándose la página un par de días porque el administrador de Terra es un borracho y no da soluciones. Pasa lo mismo en la del El País o en Expansión o en el foro putero de Torbe. Comentarios, encuestas, votaciones, sms. Van a acabar con el mundo. Y terminarán como pasó con el canal 47 de Sevilla, donde -se quejan mis amigos amargamente- la tira para los mensajes de movil terminó siendo más grande que la peli porno de los viernes por la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario