Todo tiene siempre una explicación y el universo esta construido tan de puta madre que lo que parece un disparate a veces no lo es tanto y si hay un orden supremo éste es el encargado de regir el orden de las cosas, la dirección de los detalles más insignificantes y encontrar sentido a la razón que necesita rebotar consecutivamente en cuatro paredes antes de colarse por el agujero o se ocupa de buscarle un sitio en el cosmos al abominable careto de Micky Rourke. Y eso, aunque para ello haya que hacer desfilar puntualmente en una ceremonia, todas juntas, en ese dia y a esa misma hora, a medio palmo de distancia, a un centenar de tías buenas y a Rachel Griffiths.
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