A estas alturas ya no debe de quedar nadie que no lo sepa. El día 21 de este mes empieza la quinta temporada de LOST. Que no sepa eso, quiero decir, lo necesario, y lo prescindible que se podía haber ahorrado de saber y que no le aporta nada a lo que viene. Para alguien a quien el p2p y las descargas le sudan abundantemente la polla todo este rollo nuevo que ha parido la nueva generación de adictos a las series (ya sé que podría ser peor) y que responde al nombre de espolier es una gran putada. Empecé a ver la cuarta temporada sin ignorar el desenlace y con todas las respuestas a las incógnitas que planteaba la anterior desfilando juntas a tomar por el culo. Un día un link me llevó a otro y éste me mostró una foto del famoso ataud. Por no hablar del carguero, de la conversación telefónica de Desmond o de las movidas de Hurley, Sayid o Jin. No estoy dispuesto a que una de las grandes series de todos los tiempos se reduzca a un puñado de preguntas o a que las respuestas imprevistas a esas dudas me priven del placer de alimentar nuevas incógnitas que ningún espoiler tenga la generosidad de explicar. Si Lost ha sido capaz de sobrevivir y superarse a sí misma y a su éxito, a la complacencia tamprosa de tanta devoción incondicional y a una cuarta temporada, para qué nos vamos a engañar, bastante floja, no sé por qué yo no podría hacer lo mismo.
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