viernes, 30 de enero de 2009

LA HORA DEL TÉ.
Ahora Nacho toma té y está suscrito a La Razón, que se devora con entusiasmo después de la infusión de las cinco. Las canciones siempre dicen lo que quieren. Por eso cuando Nacho Vegas abre el concierto en el Jovellanos del sábado pasado con "La Plaza de la Soledá" y le dedica el único bis con "El angel Simón" a su madre, los gestos dicen lo mismo que indican las palabras y no hace falta diferenciar entre el autor o el personaje ni hacerse pajas dialécticas para entenderlo. Que no me lo puedo imaginar con esos trajes tan horteras las veinticuatro horas ni haciendo la compra. Y que las gafas no protegen necesariamente la mirada del artista del sol. La ceguera, la de los que no quieran verlo y se ofusquen en razones inverosímiles para fusilar su último disco. O le reprochen que haya dejado las drogas o perdonado a su padre o a su último rollo y el cambio de su discurso obedezca a una necesidad que no tenga nada que ver con él.

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