ZETA, VIDAL Y GUNDISALVO.
Pasmao estoy. Que los directores de campaña dirán lo que quieran, pero dudo que sea bueno que el gesto de marras no pueda transmitirme otras sensaciones, digo yo, un lider victorioso, por ejemplo, un carisma iniguanable que cuando se coloque el indice sobre la ceja haga temblar Europa hasta la altura del Caucaso y que todos se jiñen de pensar en las fechorías que es capaz de hacer. Me perdí el momento exacto en el que la historia comenzó a escribirse así y chorradas parecidas fueran capaces de marcar el paso. Haciendo memoria, sólo soy capaz de recordar citas aisladas, alguna impronta banal, a Ronaldinho aterrizando en Barcelona, aquel vuelo planeador de Alonso, la facha amenazante de Nacho Vidal o las celebraciones de Amavisca. Supongo que el gesto del presidente debería de servir ahora para convertir retroactivamente en santos a todos los que hiceron el imbecil y condujeron entonces a una legión de admiradores enloquecidos detrás suyo, levantando el índice, el rabo o escupiendo media docena de veces al cielo para recojer los japos. O no. A lo mejor, los imbeciles son otros, los que se empeñan en igualar el rasero a la altura del tobillo y que todos, sin excepción, dominemos el idioma de los futbolistas, los actores porno y los políticos, todo el país.
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