HENRY FELGUEROSO ENTRA EN CAMPAÑA.
De las campañas electorales me quedo con esa habilidad que tienen los políticos de convertir en chiste lo más serio y de hacer del problema más trascendente el mayor de los cachondeos. Gracias a eso uno se puede echar unas risas escuchando a Serrat cantarle a la alegría de vivir en el vergel del treintayuno y cobrar puntualmente el canón sin cagarse en su puta madre, que tampoco es incompatible con lo primero, o asistir perplejo al desfile de caras conocidas presentando públicamente su candidatura al arte del cazo, y a ver quién de vosotros, en los próximos cuatro años, trinca más. Mal te veo, Fran Perea. El problema es que mientras los rostros de los candidatos se renuevan y pocos políticos sobreviven trincando más de una decada con dignidad, nadie se acuerda ya de Almunia o Trillo, la plantilla de acompañantes apenas hace un hueco por el que entrar y compartir beneficios entre la masa social, lo que convierte definitivamente a esta figura, la del socio personalista por colateralidad sobrevenida, en una bicoca. Entonces, Henry Felgueroso entra en campaña.
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