Apenas he tenido tiempo para seguir el March Madness. Y reconocer eso, para un aficionado al baloncesto americano universitario, es una osadia imperdonable. Acabo de enterarme de la machada de Butler, muy cerca de hacer historia si consigue hoy derrotar a los Blue Devils de Duke. Y de echar un vistazo a los jovenes cachorros que tendrán la suerte de aterrizar y ganarse unos duros en la liga dentro de uno o dos años. Lo siento, pero no me dieron suficientemente los últimos días. Y todo eso contado por Antonio Rodriguez (el primero por la izquierda) casi nunca parece lo que es, siempre tiene otro brillo, que hasta los jugadores de banquillo que nadie conoce parecen buenos. La cita con la Final Four supone el punto de encuentro donde se cruzan siempre dos caminos, el de los aficionados al espectáculo más puro y el de ese tío calvo que desde hace varios años lo retransmite con tanta gracia, nadie había sabido respetar la presentación de lo jugadores y todo el ritual ni contagiar con su entusiasmo lo que por necesario en su profesión parece obvio. Todos esperando que comience a hablar y nos cuente una parte de todo lo que sabe. El titulo al mejor comentarista de cada primer fin de semana de abril es todo suyo.
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