martes, 2 de septiembre de 2008


SORPRESAS EN CADENA.

Sigo pensando que a Laura Maña se le fue la olla cuando dirigió Palabras Encadenadas y que no era ese el final en el que estaba pensando. La dislexia del realizador. Que lo que quería era que Fernando Guillén se diera un homenaje y terminara revolcandose con Goya Toledo y urdió todo ese retorcido plan que lo que único que pretendía era cargarle el muerto a Grandinetti. Uno no se puede quedar en el quinto giro del final y perderse el verdadero desenlace. Todos estaban muertos. Todos, Belen Rueda y Bruce Willis. Y resulta que el inspector, su ayudante y los noventa alumnos que asistían a sus clases veían muertos.

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