domingo, 25 de mayo de 2008


RODOLFO BUENAFUENTE.

Mal día para llamarse Rodolfo. Mal año. Por desgracia para todos los que compartan nombre con este fulano, dicen que ahora en las escuelas se llevan otras coñas, nada de utilizar el nombre como insulto o de insultar de manera elegante o sutil, que ahora un crío de doce años te saca de la mochila una escopeta de precisión o una lata de gasolina y se acaba la fiesta antes que nadie pueda pronunciar el nombre, Rodolfo, Chikilikuatre, o mentar tus muertos. Me acosté sin saber el resultado. Todos los años, igual. Las coñas de Uribarri me hicieron gracia al principio. El maestro, pensaba, hay que ver cuanto sabe este hombre y que viajao está. A la cuarta canción ya no habia sitio para el sentido común ni para el más sesudo de los razonamientos que quisieran ver un voto de castigo a la política exterior del gobierno en las votaciones, un calvete a la sexta o un recuerdo ad hoc al listejo de Buenafuente, a quien siempre me imagino compartiendo la misma pose con la que me imagino a los magnates, frente a una tele de cincuenta pulgadas, acompañado de Corbacho y Wyoming. Para potar, vaya. Todo invita a lo mismo. El certamen, la canción española y Buenafuente. Que si gana Rusia o llueve del cielo de Belgrado coca-cola, me da lo mismo.

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