Prefiero ser actor antes que futbolista. Aunque si se trata de jugar en primera me lo tendría que pensar. También prefiero ganar un Pichichi antes que un Goya y el balon, bota o guevodeoroquesea antes que el galardón equiparable que me conduzca a la misma gloria que pudiera conseguir marcando goles o dando cabezazos frente a una portería. Gracias a mi educación simplista y carente de perspectiva, prefiero la popularidad masiva al prestigio anónimo, la camiseta con el nueve a la espalda que el disfraz. Pero tengo muy claro que en mi vida debería de haber antes un lugar para un atraco a un banco que para una orgía con travelos y que no hay premios ni goles que merezcan el castigo de soportar tanta humillación. Lo siento, pero no puedo con ellos. Prefiero los goyas a los travestis o la ignominia de sentirse parte del mismo saco en el que viven todos estos que anuncian euskatel. La veterana chunga al brasileño que se anuncia con su medida incorporada y luego cuenta qué tal le fue. Prefiero a Pajares antes que a Ronaldo. Y ahuyento la pesadilla de verme convertido algún día en alguno de los dos. Prefiero bollitos.
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