martes, 27 de mayo de 2008


ESA ALDEA PERDIDA.

De entonces en adelante, la barbarie. Y de adelante a esta parte lo mismo pero con otros ingredientes. No es cosa de ponerse serio, que en su versión más cachonda también esa misma barbarie se vende acompañada de un kit transgresor de diversión y cachondeo, y a lo mejor lo que habría que hacer sería lanzarse a las tiendas y probar como sienta el traje más vendido, echarse a las espaldas la prometida carga de estupidez y ver con otros ojos la crisis del pp, la del Barca, los pronósticos que nos dan de favoritos en la eurocopa que empieza, otra vez, las portadas de los periódicos en general y de la vida particular, que no hay por donde cojones cojerla. Palacio Valdés vislumbró en un navajazo los millones que nos quedaban por ver y el camino que tomaba aquello cuando apenas acababa de comenzar, las reyertas de La Felguera y el 11-S. Nadie había oido hablar de las armas de destrucción masiva ni necesitaba del nitrogeno liquido para vivir.

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