UN BUEN VAGO.
Después de pasarme toda la semana montando mi nuevo chiringuito necesito tomarme un respiro y olvidarme de proveedores, informáticos y decoradores. Mi única duda consiste en saber si el día de autos va a ser sólo eso, un día, o si me decidiré a prolongar un poco más la celebración y continuar por mi cuenta con los festejos correspondientes: el desfile, los fuegos artificiales, un besamanos en condiciones, expedientes al cubo de la basura. Vamos, a tocarme bien los cojones en preparación del año que empiezo. También es verdad que escribir esto no es incompatible con mi calendario de actividades, como tampoco otras muchas cosas, que tampoco dicen nada del ayuno, de la final del Master Series de Madrid o discriminan puntualmente cada uno de mis movimientos de aquí a que me descongele, que casualmente soy yo quien finalmente decidirá su duración, como hice con su inicio, y su termino. Ser vago es eso. Dueño de los actos propios y reponsable de los cadaveres que se quedan felizmente en el camino. Después de hacer el vago durante dos años pido a quien sea que me permita renovar la licencia para poder seguir ejerciendo.
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