martes, 16 de octubre de 2007


ESO DEL RESPETO.

Está muy bien eso de pensar diferente. Pero lo que de verdad me parece una faena es la posibilidad que tienen algunos de ampararse en esa pluralidad ideológica para combatirla y limitar la libertad de pensamiento como parte de una postura que defiende eso precisamente, tocar los cojones y enarbolar la enseña de una tolerancia imaginaria que no se creen ni ellos mismos cuando con asiduidad la ponen en práctica. Uno empieza a cansarse de perfeccionar el ideario con las razones que me llevaron aquí y de comprobar a cada respuesta la misma reacción. El problema vasco es sólo una excusa, como lo es también mezclar esto con la política o lamentarse al ver en lo que la política ha quedado reducida. Porque yo aquí sólo veo una cuestión de educación que tiene que ver más con la tolerancia y el respeto. Con las ganas de fastidiar. O de hacerse fuerte bajo la pertenencia a un grupo que comparte las mismas siniestras ideas, no vaya a ser que el raro sea yo, que me den en una pildora cada mañana mi ración de pensamiento.

Y todo eso lo pensaba este fin de semana, mientras me hartaba a negar que mi familia ni yo tuvieramos que ver con Fidel Castro, los comunistas, el nacionalismo vasco o Bin Laden. Me miraron con desconfianza, buscaron en mis bolsillos y con desconfianza me dejaron ir tranquilo.

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