miércoles, 18 de enero de 2012

SACA BOLA.
Me parto con esos que dicen que dejaron de ver Spartacus a los dos episodios de comenzar. Que si todos los decorados eran por ordenador, dicen, o algo así. Porque mira por donde aquí esta una de las series del año pasado. Un ejemplo de subversión bien entendida. Hartos de ver a los gladiadores de toda la vida, la historia del heroe despojado de sus tesoros requería una revisión a la medida de los nuevos tiempos, con tres guitarras y batería, musculos inflados por anabolizantes y mujeres de goma. No se trata de ser fieles a la historia, eso queda para Stanley Payne y los que tengan interés en comprobar si en aquella época se soltaban tantos tacos o se practicaba el kamasutra en toda su extensión. Ni de adaptar la historia a las aventuras de Bud Spencer. Hay personajes muy logrados (John Hannah está sublime) y una trama con sorpresas que espera un final feliz. Lástima lo de Andy Whitfield, fallecido al terminar la primera temporada, que ha pospuesto la venganza con la que titulan ya la continuación. Aun me queda la precuela y el recuerdo a todos los mamporros que se repartieron durante trece capítulos. Mucha cera, de verdad.

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