Parece ser que ahora se lleva esto y que deja a ver que no se convierta en tendencia. Que lo que gusta a la gente es ver a los actores mudos, imaginarse lo que dicen o leerlo en los subtitulos. La gesticulación, esos rostros exajeradamente expresivos, las historias con mensaje. Ya lo podían haber dicho antes, pensarán muchos. Menudo lío el que podrían montar a los programadores de Tele5 o a los actores de doblaje. A tomar por el saco las de vaqueros o los telefilmes de las tardes. Porque visto de esta forma el cine sonoro comenzó a poner los cimientos en los que se iba a levantar nuestro modelo de exhibición y a arrinconar una forma de hacer cine que se fue abandonando porque entonces se pensó que el mensaje llegaba mejor de esta otra manera, con Ramón Langa y toda la pesca, poniéndonos a todos las cosas más fáciles. Este Hazanavicius es un jeta. Un nostágico es el que rescata del olvido las fotos que descansaban en el baul desde hace ochenta años para pasar la tarde. El que busca compartir la alfombra roja con Brad Pitt y hacer caja con el invento es un listillo. Vamos a ver si dentro de dos años la repite.
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