No se había hecho todavía ninguna película como ésta. De las de la guerra civil, a patadas. Pero de éstas, no. Nada de nada. De los veraneantes que llegan al pueblo cada mes de julio a liarla gorda, se dejan ver con las guapas del lugar y se hacen amigos, que también farda, con los golfos del pueblo. Toda la vida hubo de esto. Los madrileños, decía un amigo mío por aquí. Era verlos y se volvía loco. Otra perdía el culo cuando les vislumbraba la matrícula. Se decía que eran unos jetas porque se aprovechaban de eso mismo, de vivir muy lejos y no tener prisa por pasarse por ventanilla a pagar las multas, las de velocidad o los embarazos esos no deseados. Como en la peli. Gracias a Primos me he enterado de que Sanchez Arevalo pasaba sus veranos en Comillas. Y que tampoco es un mal director de comedias. Ya salen las referencias por ahí, que si Blake Edwards, que si el otro. Los veraneante ya tienen gracias a él su película. No me esperaba nada malo.
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