Con lo que está cayendo en Libia y Japón, lo que son las cosas, apenas nadie se acuerda ya de la serie de Jorge Sanz. Sí, aquella misma. Recuerdas como se llamaba? La del canal plus. Duele pensar que nadie tengo un ratito para acabar el día con Jorge Sanz en la cabeza. Fantaseando con la escena de Valentina. O la de Amantes. Que no quede una carpeta o una habitación sin un misero decímetro cuadrado esperando por él, donde colocar una foto suya, o un jersey donde hacerle un hueco a un pin. No te hablo, por consiguiente, del mundo del bussiness, el espectáculo y esas mamadas, donde antes estarán pensando en llevar al cine la historia de los mineros chilenos y algún remake de alguna serie española sobre la guerra civil. Luego, ni te cuento la segunda parte de la regla de tres. Lo que debe de pasar por la cabeza del pobre Jorge. No sólo te recuerdan despertándote en una sofá o en el primer peldaño de alguna escalera, después de meses sin cobrar, con un orzuelo en el ojo. Ponte a rodar media docena de capítulos más para que el mundo se quede con otra idea tuya, se olvide de una vez por todas de Larry David o, que coño, que por lo menos se acuerde periódicamente de ti.
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