martes, 14 de diciembre de 2010

OTRO AL QUE TAMPOCO LE GUSTA HABLAR MAL DE LOS ARBITROS.
La intrascendencia engrandece al entrenador. Lo humaniza. Le hace parecerse al político y formar parte de un selecto grupo de personas que vale más por lo que dice que por lo que parece que le pagan por hacer. Hay una élite (de la que forma parte Luis García, entrenador del Levante C.F) que cultiva su arte con discrección y sólo habla de los arbitros en sus reuniones privadas, cuando quedan para cenar en navidad o tomarse un café en el bar que hace esquina junto a la escuela esa de entrenadores. Y lo viven en silencio. Hasta que explotan. Nunca suelo hablar de los arbitros, dicen siempre como hasta los cojones del tema. Pero es que me obligan. Mis jugadores, repite García, me dicen que esto no puede ser y que alce mi (poderosa) voz. Y aquí estoy yo. Téstigo de la fe y del mundo.

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