Recordaba Sebastián Alvaro el otro día que la busqueda de la felicidad comienza siempre por regresar al punto en el que una vez fuimos felices. O creiamos que lo eramos y ahora nos engañamos fingiendo haberlo sido cuando entonces no eramos conscientes de estar viviendo ese momento que la memoria nos presenta ahora envuelto en papel de regalo, mágico e irrepetible. Es lo que me pasa cuando escucho cada nuevo disco de Tachenko y pienso siempre en el primero. Que no sé si eran Amable o Mordekay las canciones con las que estaba alucinado o era el momento preciso en el que las escuché por primera vez lo que espero que vuelva a repetirse. Hay canciones buenas en el último. A lo mejor tengo que esperar otros cinco años para poder pensar en ellas con nostalgia.
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