viernes, 5 de marzo de 2010

MEMORIAL. NÚMERO 20 (y II).
Ser miembro de un concurso de fotografía y decidir como jurado sobre sus premios, no nos engañemos, está tan bien visto como regentar una casa de putas o amasar una fortuna explotando niños o traficando con drogas. Hay cosas peores dentro de un marco ilegal descontrolado que no puede presentarse en sociedad y anunciarse en prensa, está claro. Los que me dicen que todo es relativo, cuando acuden al acto de entrega de premios por primera vez, y me sueltan el discurso de que el arte es arte y bla, bla, bla, padecen todos del mismo error de creerse originales y se olvidan de encajar en su discurso todo eso de la perspectiva y el medio que a lo mejor, digo yo, puede ayudar a comprenderlo. Los recuerdos se pierden en el tiempo y sólo la imagen sobrevive a través de la imagen que la inmortaliza. Esto fue lo que dije el otro día. Que a lo mejor, no estaba tan mal, por eso mismo, rescatar del olvido personal algunos de ellos.

La ceremonia duró algo más de hora y media. La charla que precedió la entrega de premios la dió Sebastián Alvaro. Con el final de la ceremonia, quedó convocada la edición número XXI.

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