John Cazale, el hermano tonto que nunca quisiste tener, precursor de la figura mediática que vino después recuperando sus pasos, Juan Guerra y gente así, ha muerto. Bueno, en realidad Cazale murió hace más de treinta años. Parece ser que ni tan siquiera pudo ver estrenada El Cazador, que junto con los dos primeros padrinos, bastó para perpetuar su recuerdo casi tanto como el de David Carradine, pese a que no vivió lo suficiente para que Tarantino le adelantara la pensión ni para colocarse una bolsa de Caprabo en la cabeza. Ayer emitía Canal + un documental en el que se repasaba su trayectoria y cada uno recordaba el momento de las botas a su manera. Todos querían ver la influencia de Cazale en cantidad de momentos que recordaban después. Siempre hay una razón para hablar bien de los muertos o para hablar de lo que sea, ya se sabe. Pero todos compartían además el mismo precio del envejecimiento. Como no suelo ya verlo en la pantalla no era consciente de lo mayor que está De Niro ni de las chupas que se sigue poniendo Al Pacino, a quien alguien debería, preferiblemente un peluquero, cortar ese pelo. Sólo resiste Meryl Streep. De esa te has librado, amigo. Retirarse a tiempo es vencer.
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