martes, 17 de marzo de 2009

DON SABINO (I).
Ya sé que no es políticamente correcto decir esto, pero a mí ningún cura me puso nunca la mano encima. Nadie abusó de mí cuando era pequeño ni se prevalió de su estado o profesión ni me petó el ojete. Algún día en mis memorias tendré que inventarme algún pasaje escabroso en la sacristía o asociar a aquellos años alguno de los recuerdos que más se acercan a lo que hoy entendemos como éticamente reprobable y que echo en falta cuando trato de completar mi trayectoria como persona si quiero de verdad ser alguien o pensar y sentir como casi todo el mundo. Lo más parecido que yo recuerdo tiene que ver con un maestro de gimnasia al que llamabamos Sabino. En la escuela el resto de profesores le llamaban Don Sabino y se cogía unos empalmes monumentales mientras saltabamos el plinton. Entonces ni él ni nosotros sabiamos que debajo de aquel chandal arkapen se escondía un precursor. Decían que Sabino era comunista y que estaba degradado a funciones menores a causa de sus ideas. Eso lo supe más tarde, claro. Entonces tenía diez o doce años, McCarthy acababa de llegar al senado y el comunismo preocupaba al mundo más que los empalmes de aquel tío tan majo y tan feo con el solíamos comentar los partidos de copa de europa del Madrid o el especial de Cerca de las Estrellas...

(continuará)

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