martes, 17 de febrero de 2009

LET´S MOVE, CARTER!!
La cara de ER/URGENCIAS es la de Benton. Un tio que impone a los demás las satisfaciones propias a la fuerza y pretende hacer pasar por tuyas sus malformaciones congénitas. Un encanto de tío. A eso de la tercera temporada Benton ya no da tanto miedo. Hay algunos capítulos engañosos en los que te piensas incluso si diagnosticar su mejoría en eso de las motivaciones y los traumas, tal vez se esté curando, qué alivio. Todo mentira. Los defectos propios se confunden con los del vecino y entre todos comparten el mismo espacio de sombra. Eso es lo que pasa. Que las alegrías van siempre por barrios y en este hospital cuando no está de mala ostia el enfermero, es simplemente que el recepcionista está pensando en devolver al interno la putada de turno. Hay una secuencia temporal en la que se advierte que los peores momentos de Benton coinciden con las buenas rachas de los que lo rodean. Y que las miserias de éstos últimos llegan cuando aquel comienza a sonreir. Porque siempre quedan razones para pensar que Mark Green no es menos capullo que Robert Romano. O que en el fondo, muy muy abajo, tampoco tenemos motivos para santificar a Carter o a Ross.

Tan real como la vida misma, todo el mundo se pone malo alguna vez y nadie es un santo más de dos temporadas seguidas. Durante catorce de ellas ER hizo un cuadro con las desgracias ajenas y el mal café. Ahora vuelven muchos de ellos para despedirla y hacer repaso de su vida ahí afuera.

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