miércoles, 25 de febrero de 2009

ESPEJITO.
La eterna disputa entre los que están y los que por narices necesariamente lo deberían de hacer conlleva que uno siempre eche de menos antes a los últimos y pierda el tiempo en encontar razones por desterrar del protagonismo a los primeros. Nunca llueve a gusto de todos desde mucho antes que el agua comenzara a excasear y recomendaran lavarse uno de cada dos días. Me imagino al hombre de Atapuerca disputando sus presas y haciendo a final de año un ranking con las pinturas pedestres mejor valoradas entre las tribus de la zona. Es lo que hay. A veces los méritos se superponen, salen los que tiene que estar. Otras, los que tienen que salir se han quedado durmiendo la mona. Y la mayoría, y aquí está el problema, los que están son siempre los mismos y cuesta horrores hacerle un hueco al que lleva años de baranda, perdió el norte media docena de veces y tuvo que recuperarlo sólo para encontrar el camino del infierno y arder vivo, ponerse remojo un año y después de secar, presentarse un lunes por la oficina como si tal cosa. En esos tiempos de las cavernas y no hace tanto, esto último garantizaba un oscar y un lustro abundante de beneficios. Ahora, pensará Micky Rourke, mientras se acaricia la cara delante del espejo, ya me dirás qué coño me queda.

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