domingo, 19 de octubre de 2008


QUEMADA Y LEIDA.

Una película intranscendente en la filmografía de un cineasta de prestigio equivale a una obra menor. Me pregunto cuántas son las obras menores que se necesitan para convertir al cineasta de turno en un fresco. Y cuántas son las obras maestras que necesitaría dirigir Michael Bay para llegar a formar parte de ese selecto grupo cuyos fallos generan aclamación popular, indulgencia y mano izquierda. Para que la secuela de Transformer o La Roca 6 generen el mismo sentimiento cristiano de perdón. Ultimamente estoy hasta los guebos de ir al cine para ver obras menores y pagar el mismo precio que por aquéllas otras que aun tengo en mi cabeza. Cuando ninguna de las de Michael Bay, por otra parte, me produce la misma frustración.

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