martes, 1 de abril de 2008

REINSERTÁNDOME.
Cada capítulo que pasa me propongo lo mismo, sé que esto no puede durar eternamente, y anticipándome un par de pasos a la explosión que termine con la vida de todos ellos y reduzca definitivamente a cenizas lo que un día fue una serie electrizante y cachonda, siempre me recito mentalmente la misma enmienda. Voy a escribir de Prison Break ahora que todo va bien y la mitad de los presos aun siguen razonablemente puteados. Y la semana pasada me acosté preocupado por la salud de T-Bag, qué pasaría con su mano, y la avioneta de Abrucci. Y ahora éste último ya lleva unos días muerto y al primero le han cosido la mano que ha vuelto a dejar en el último capítulo a punto de perder. Y como si fuera uno de esos programas que anuncian la vida en directo, no podemos dejar de pensar cómo se las arreglarán para no dejar de meterse en líos, que es lo más difícil de arreglar cuando a un tío que ha estado en la carcel y al que buscan en todo el país, no le queda ningún problema por conocer.

Voy por el capítulo 11 de la segunda temporada. Profetizan dos más. Ignoro cuándo y por qué comenzó la caida. Pero hasta entonces todos nos lo habíamos pasado muy bien.

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