jueves, 10 de abril de 2008

HAGO RUIDO. LUEGO EXISTO.

El documental empieza con una actuación de Australian Blonde en Benicassim. No es un buen comienzo: es el año 1.999 y la canción, Black, y el momento, la resaca del dificil tercer album, no es una muestra representativa de nada salvo de una cosa distinta que ignoro pudiera estar entonces en la mente del director, el prólogo a una etapa corta aun sin concluir que más tarde empujaría el grupo hacia el anonimato y sus discos a las estanterias del low price. Luego se intercalan varios comentarios. Y en el primer minuto se esucha una sentencia muy lucida de Tito Pintado, restándole importancia al asunto, y otra del bajista de Penelope Trip. El caso es que siendo algo tan personal, dice, no creo que haya material bastante para hacer un documental.

Entre dimes, diretes y desmentidos que se olvidan de lo importante y solo buscan la respuesta original, el problema de EL VIAJE DEL XIXON SOUND y de todos los que intervienen es precisamente ese mismo. Se empeñan en discutir de algo que no existe sin cuestionarse siquiera si la existencia de cualquier cosa, una canción o un movimiento, acaso no debiera de venir acompañada por algo así. Quién dijo que el Xixon Sound fuera un grupo homogeneo de grupos influenciados por el mismo estilo que voluntariamente decidiera cobijarse bajo un lema? era necesario un acta fundacional, un memorandum o una declaración de intenciones para constatarlo? A lo mejor, aquello de lo que hablaban RDL o El Pais de las Tentaciones era esto. O tal vez no. Eran ganas de hacer algo diferente y de cambiar las cosas. La necesidad de pasarlo bien, darse una vuelta por España y, a costa del invento, ligar un poco. Una noche en el Movie, los conciertos en el Milan. Nadie habla de el Festival Chocante ni de aquéllas tardes en la facultad que me pertenecen en exclusiva, como los derechos de autor que también me reservo sobre los días que me pasé escuchando a Julio Ruiz y soñando con tropezarme con Fran o parecerme a cualquiera de los de Manta Ray. O tal vez ni eso. Volvamos al origen y preguntémonos si no había algo evidente y notorio en todo aquéllo. Que quince años más tarde aun sigamos dándole vueltas y cerrándonos en banda no pueda demostrar muchas más cosas que la explicación más rotunda y diafana que nunca llegará.

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