miércoles, 15 de julio de 2009

CINCUENTA AÑOS Y UN DÍA.
Han condenado a Lidia Bosch por el asunto ese de su hija. A envainársela y a tragar saliva. El Auto que leia la semana pasada Cantizano no decía nada en cambio de otros temas, supongo que por eso de la cosa juzgada o alguna mamarrachada procesal que ya olvidé. El juez no entra en el fondo del asunto. No condena a la actriz por su larga carrera ni dice nada de los daños colaterales que fueron sucediéndose por el camino, a ver qué hacemos con lo de Médico de Familia o con Motivos Personales. Debería de haber previsto la justicia alguna medida cautelar para evitar posibles desastres, que la tía vuelva a las andadas, necesite el dinero y se arrime a algún otro palomo para preparar su regreso a la pantalla por la puerta grande. Tendrá que luchar con Carmen Morales por sus nuevos papeles. Que se pongan todas delante de una comisaria y esperen sentadas sobre una silla de playa, bebiéndose un termo. Ella, la hija de Rocio Durcal o Belen Rueda, de la que tampoco dice nada del juez y comparte el perfil y los crímenes de aquélla. Cincuenta años y un día sin aparecer por un estudio de grabación. Y que nos dejen tranquilos.

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