lunes, 10 de marzo de 2008


PEOPLE HAVE THE POWER.
Voy a ahorrarme una entrada de un plumazo. Así empiezo yo la legislatura. Porque buscando diferencias al asunto y tratando de no mezclar los temas, he terminado por juntarlos y ahora resulta que no me puedo concentrar en uno sin acordarme del otro ni tirarme un pedo que no me suene a los dos. La verdad es que ambos vienen apadrinados por una votación popular y son frutos de procesos de selección rigurosos donde ha habido lugar para todo, el cachondeo y la risa, la responsabilidad, la competición y, finalmente, el deber de no traicionar a los que han confiado en ellos para defenderlos con un par de guebecillos y dejar alto el tema. Chiquiliquatre y José Luis. En ambos casos hay razones para la alegria y también para el cilicio. Y puesto que todocristo opina y no se muerde la lengua y se cree más listo que nadie, ahí va mi sentencia.
Lo de eurovisión me parece una mierda. Ni un millón de razones como las que me proponen me dan consuelo para dejar de ver lo que tengo delante. No se trata del concurso. De representarme a mi ni a nadie. De ser más listo y más graciosos que los de Portugal, Andorra o San Marino. Cuando tienes a tiro de olfato una cagada tan grande no hay ambientador ni guarnición tan sabrosa de acompañamiento que impida reconocer lo evidente. Si querían ser graciosos se podían haber ahorrado el viaje, que puta gracia que me hace adivinar la presencia inspiradora del listillo de Buenafuente y la pasta que se escapa por la tubería en la que desaguan vertidos como éstos. De acuerdo, al menos Guille está a salvo. Pero, y los daños colaterales? y el lado serio del asunto? pretendemos reirnos del resto o hacer una vez más, esta versión estaba aun inédita, y solo era cuestión de tiempo, el subnormal?
Lo de Zapatero cuenta con el mismo aval de entusiasmo, fervor y banderitas. Sería bueno empezar a desmarcar los procesos de votaciones de las decisiones serias. Y discriminar los primeros de aquellos momentos en los que la imagen se codifica, aparece el alma errante de Pepe Carroll y entre un corro de niños y veteranos de la división azul se empieza a contar chistes. Por orden. Los primeros, dice Pepe. Los de asuntos sociales.

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