LA AUTORIDAD COMPETENTE.
Si ésta es la excepción que confirma la regla, entonces es porque la regla es un peñazo de hora y media con cuatro situaciones costumbristas, muchos tacos y algún revolcón inesperado que nunca viene a cuento, que se suceden cada semana en una cartelera donde las peliculas españolas no tienen demasiado que ofrecer. El alud se detiene siempre antes de alcanzar la cabaña. Y en las de Vicente Aranda siempre hay una oportunidad para el burdel y las bragas de todo a cien. La excepción, en cambio, es la otra, guardias civiles honrados, viajantes cachondos y víctimas justicieras con mala conciencia. En La noche de los girasoles todos se dan un homenaje. Aquí hay sitio suficiente para que no se quede fuera nadie. Manuel Morón acaba la película en el sofá, viendo el telediario, y hasta Antonio David, el novio de Rociito hubiera podido tener su papel. Claude Chabrol hubiera matado por rodarla. Y Cormac Mcarthy debería de darse una vuelta por la Sierra de Gredos, antes de volverse a poner a escribir. Para que luego digan que el cine español es una mierda y que a todos los picoletos les gusta más la farlopa y la lana que la leche caliente.
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