Gracias a su última aventura y por culpa de las amputaciones, resulta que Juanito Oiarzabal ha encontrado un hueco donde hacerle sitio a su nuevo amigo y ya no tiene que desgañitarse contra un ochomil cada vez que necesita confesarse con alguien, me busco quien me aguante y me prepare el café y mato dos pajaros de un tiro. Los mismos realities que muestran las miserias de la gente vulgar, los que no han oido en su vida hablar del Nanga Parbat o el Gaserbrum I ni puta falta que les hace para seguir siendo igual de zafios que antes de conocerlos, ahora son su mejor aliado para poder entenderle. Pensaba empezar machacando a Juanito y me encuentro en el brete de tener que salvarle el culo para poder justificar un tío tan orgulloso y tan cretino, ponerme en la piel de quien tiene que convivir tres semanas entre Nilo y Rebecca Loos y luego pelearse contra el más imponente de sus retos, cruzar el oceano para propulsar a una cubana de cien kilos por encima de muros de tres metros y practicar con ella el descenso de cañones y el más tortuoso de los entrenenimientos, la comprensión y la indulgencia. Te compadezco, amigo. Cerca del cielo, contigo mismo, estabas mejor. Y ya tienes uno más.
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