miércoles, 17 de noviembre de 2010

AGRÉGAME. PLEASE.
No puedo ser el único que piense en la última jugada del creador de Facebook. Ahora presento la nueva aplicación que se va a cargar a la competencia y arruinar google. Ahora escribo un libro fabulando mi vida. Uno bien chulo, eso sí. Todo bien pensado. Del que luego hagan una película en la que se me lave un poquito la imagen. Pero no un director cualquiera. Que la haga David Fincher, ya puestos, que no tiene mal ojo, seguro que arrastra a la peña desconfiada y construye un relato coherente que trasciende a lo pintoresco del asunto y bucea en las profundidades de la personalidad de un superhombre. Cualquier historia que te retrate como un friki avaro se puede dar por buena, si además de friki se te presenta como un genio visionario y un triunfador aventajado que desafió al sistema y al que se rifaban las pivitas a las que despreciaba con despecho por culpa de algún rechazo temprano que le provocó alguna otra que, por cierto, no estaba nada mal. El caso es que entre fiesta y verbena el tío superó el millón de miembros y les dio bien a unos remeros ólímpicos coleguitas de los retoños de Nati Abascal. Estos sí que salen peor parados. Muy listo. La película hace taquilla. Y Facebook tiene quinientos mil millones de miembros más. Tocamos a cuatro o cinco cuentas por habitante del planeta. Parece que aquí no trabajara ni dios.

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