lunes, 11 de octubre de 2010

MALDITO SEAS.
Está claro que hay cuestiones que no admiten término medio. Cuando alguien dice que aquél es un actor maldito, échate a temblar, normalmente, está uno caminando en los 50 en presencia de James Dean o frente a una mierdecilla de medio pelo a quien las circunstancias han llevado a retroceder cincuenta años en el tiempo para poder creerse más a gusto su papel. El del protagonista de Gigante o cualquier otro parecido. Esa es la alternativa al concepto auténtico. No suele haber muchos actores malditos. También debería de reconocerse el mérito de quien falsamente consigue a tiempo el título y luego se echa a dormir. Tiene su aqué. De Vicent Gallo apenas conozco dos o tres películas, esas de las que habla todo el mundo cuando le pone cara, y alguna anécdota suelta. Estaba bien en El Funeral. Que Chloe Sevigny le hizo una mamada en otra que ahora no recuerdo. O que el tío cada vez gasta cara de más mala leche. Lo acabo de ver en Tetro, una que le había preparado Coppola para justificarse la fama esa que le precede y por la que posiblemente (cuántas le quedan por rodar? será recordado.

No hay comentarios: