martes, 19 de octubre de 2010

SESENTA EL GRAMO.
Parece ser que Juanma Montilla no hace en la película del Langui, el cantante del grupo en el que toca, sino de Cuajo, que es un tío afectado por una paralisis cerabral que los tiene del tamaño de un campo de futbol, o sea, muy grandes, y persigue durante los ochenta y pico minutos que dura la película un sueño a la medida de su carácter, el de montar un estudio de grabación sin más financiación que los trapicheos y el extraperlo. La verdad es que no tenía ni idea de quién era el Langui (tampoco el Cuajo) hasta hace dos días, que fue cuando vi la película y flipé. El Truco del Manco. Esta es una peli inmensa, me dije. Una de esas pequeña joyas por la que hace treinta años posiblemente Paul Schrader hubiera dado un riñón por poder escribir. A mí no me digas que no se puede hacer, le espeta a su colega en un momento álgido de la historia. Es su gran frase.

lunes, 18 de octubre de 2010

APLASTA ARTECHE.
Hay recuerdos que dan la razón a quienes piensan así. Que cuando el futbol aun era un deporte de hombres y los futbolistas no se disfrazaban de nenazas ni se preocupaban más de las cremas o del acondicionador del pelo que del juego, había algunos que incluso llevaban bigote y entonces se ganaban bien la vida repartiendo. Sería porque no se habían introducido en el futbol conceptos de esos modernos y los defensas no jugaban el balón o le pegaban de espuela. Los defensas, parece mentira, hubo un tiempo en el que jugaban a eso mismo, a defender, a que no se acercara ni dios por el area o que el que tuviera la estúpida osadia de hacerlo no se marchara con ganas de volver. Se marcaba al bulto y se trataba el balón con desprecio. Sin contemplaciones.

De Arteche me viene a la cabeza una lesión en un pómulo, un derby calentito contra el Madrid, uno de ésos, que no sé bien si fue que la provocó o que (de rebote en algún corner) le tocó tenerla. Da lo mismo. Aquello era un circo de gladiadores. Que se rematara un balón colgado al area o se apuntara a destiempo sobre la cabeza de Maceda no encerraba ninguna diferencia. Hubo más como él. Algunos le emularon. Y otros renegaron de aquella forma de vida. Joder: Alexanco, Benito, Migueli, Patxi Salinas, Diego o Martagón. Y ahora hablan de Van Bommel o De Jong. Lo daban todo por el equipo. Aplasta Arteche. La pancarta del Frente Atletico del sábado reza como un epitafio.

sábado, 16 de octubre de 2010

MADO ISTAMBUL.
Pueden recordarse antes los sabores que todas las fotografías. No hace falta cogerse una guía para sentir que estás en ella o te das una vuleta por sus calles. A veces es más más fácil evocar una ciudad de la mano de sus bebidas o de sus postres. En Estambul, por ejemplo, pedí tres o cuatro veces baklava. Un pastel de nueces que para estar bien dicen que tiene que llevar pistacho y venir acompañado de helado. Está buenísimo. Me viene a la cabeza el del Medussa. O el que hacían en Mado, a la mitad de Istiklai Cadessi, una cadena de cafés muy populares, confundido entre las tiendas de antiguallas y los starbuck de la zona al que entras por causalidad y te cuesta marcharte. Eso mismo me recuerda ahora la ciudad un mes más tarde.

lunes, 11 de octubre de 2010

MALDITO SEAS.
Está claro que hay cuestiones que no admiten término medio. Cuando alguien dice que aquél es un actor maldito, échate a temblar, normalmente, está uno caminando en los 50 en presencia de James Dean o frente a una mierdecilla de medio pelo a quien las circunstancias han llevado a retroceder cincuenta años en el tiempo para poder creerse más a gusto su papel. El del protagonista de Gigante o cualquier otro parecido. Esa es la alternativa al concepto auténtico. No suele haber muchos actores malditos. También debería de reconocerse el mérito de quien falsamente consigue a tiempo el título y luego se echa a dormir. Tiene su aqué. De Vicent Gallo apenas conozco dos o tres películas, esas de las que habla todo el mundo cuando le pone cara, y alguna anécdota suelta. Estaba bien en El Funeral. Que Chloe Sevigny le hizo una mamada en otra que ahora no recuerdo. O que el tío cada vez gasta cara de más mala leche. Lo acabo de ver en Tetro, una que le había preparado Coppola para justificarse la fama esa que le precede y por la que posiblemente (cuántas le quedan por rodar? será recordado.

miércoles, 6 de octubre de 2010

SOIS LEYENDA.
Para qué nos vamos a engañar. Nunca nos hemos caracterizado por mostrar un respeto excesivo a nuestras viejas glorias. Para empezar, nadie cuestiona si podíamos dejar de llamarlas así. Cualquiera se imagina a una leyenda en zapatillas, recostado en el sofá y con la cuchara de la sopa en la boca levantando un trofeo. Pero es que ni respeto, oye. No se trata de devolverles la admiración en cuotas mensuales o un homenaje chusquero de vez en cuando que escenifique como sea el tributo hacia los que algún día nos dieron un rato agradable. Agradecimiento, creo que se llama. Aquí se suele confundir el género. Se pasa de la devoción incondicional a la desconfianza al mercenario que solo actua por dinero y al final raro es el jugador que cumplida la treintena no se tiene que ir por patas de alguna pista o una sala de prensa, acelerar el todoterreno y meter tercera, aguantando los insultos y que le llamen hijoputa, lo menos.

Debe de ser un tema cultural. De la gloria al fracaso. Y de aquí, al infierno o a que devuelvas puntualmente lo que has ganado. No hay una asignatura en los colegios. La gente adquiere un sentimiento acreedor hacia el deportista que ya no rinde como debería. Los ejemplos, mucho peor, predican con habitualidad lo normal que resulta ver precisamente lo contrario. Cuando empiezas a cumplir años no deja de asombrarte cuanto tiene todo esto de estacional. Da igual que hayas metido un gol en diez años de carrera o que tengas cinco anillos de campeón de la NBA. El juicio no encuentra diferencias (para qué?) porque su denominador común (la edad) lo deja todo bien clarito y se ahorra tiempo y reflexión: tantos años, tanto vales.

Por eso se me ponen los pelos como escarpias viendo la foto que estos días aireaban en la Ryder. Alucinado por tanto homenaje velado o agradecimiento sincero que se ha visto por ahí. En España aun alguien la hubiera cogido y le hubiera metido mechero. Jubilaros todos, cacho perros. Como si lo viera.

martes, 5 de octubre de 2010

DEVIL CAME TO ME.
Tuvo que haber un momento exacto. Uno de esos que te cambia la vida. Que arrojó un poco de luz en el frente de las hermanas Llanos y las hizo ver con claridad todo el asunto. Posiblemente no fue fácil. Discutieron entre ellas. Que si la autenticidad y todo este rollo o si los bolsos de Hermes. La disputa debió de durar dos minutos. No fue muy difícil arreglarse. A los pocos meses una tenía un birkin y la otra un kelly, posaban orgullosas para revistas de estas de mujeres y encima hacían caja con el invento. Todo redondo. Hubiera sido estúpido no plantearse el dilema simplemente por verguenza. Antes hacían música mala y ahora también. Posiblemente el público sea el mismo y apenas se cuestione la diferencia ni les pida a final de año una declaración de patrimonio. Ayer salían en el telediario de la 1, presentando unas canciones que ahora (dicen)tienen además un toque africano. Además, claro. Hay que valer.

domingo, 3 de octubre de 2010

QUIERO PROMETER Y PROMETO.
Nunca nada ocurre de pura casualidad. Quiero decir, que a veces hay cosas, extrañas en la forma, que conviven aparentemente sin conexión en una espacio inmenso y están sorprendentemente relacionadas entre sí. La sección de baloncesto del Real Madrid, por ejemplo, ha tenido la desgracia de devenir en una afición a su misma altura, que refleja mejor que ningún libro de ruta los virajes que atropelladamente la han llevado hasta donde ahora mismo está. En el imaginario punto de ninguna parte.

La respuesta a los problemas la ha traducido esa afición en un festival de tiro del que no se salva ni el utillero. La huida hacia el pasado como sistema. Mira que fácil me lo monto. Que vuelva Plaza. Que vuelva Luyk. Que vuelva Lolo. Que vuelva George Karl. Que vuelva Jareño. Que vuelva Maceiras. Que vuelva Imbroda. Que vuelva Plaza. Que vuelva Messina (algún día lo escucharé). Que vuelva Lorenzo Sanz Jr. (esta es de traca!). Que vuelva Ramón Fernandez. Que vuelvan Bullock (con cuarenta años), Tunceri o Mumbru.

Está claro que se necesita que vuelvan los títulos y la gente comience a pensar. En un futuro inmediato del que desaparezcan los fantasmas. A no moverse impulsivamente en el album de fotos y a creer que en la primera que sobresale de la pila está la solución.