Si es difícil protegerse de los homenajes en vida, cuando te mueres ya ni te cuento. Todo son muestras sinceras de cordialidad y afecto, que me lo creo, pero lo único que te salva es no estar vivito para verlo. El partido o el concierto para recaudar fondos, la camiseta conmemorativa o la reunión de amigos. Cuesta siempre más trabajo imaginarlo que ser testigo del escarnio. Cobrar los royalties por el disco de versiones de Pitingo que sentarse a esperar el recopilatorio y las descargas. No puedes escoger ni tienes una vara para evitarlo, es lo malo. Los herederos, los peores. Algo de eso debía de pensar Alexander Mcqueen al sentarse a ver las mañanas de Ana Rosa el viernes por la mañana y ver a la presentadora mostrar sus condolencias con una camiseta diseñada por el inglés, su manera de darle las gracias. Que me dejen morir tranquilo.
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